En el corazón de los fiordos e Hijas de la Luz del Norte, Christine Kabus

 DOS LIBROS, CUATRO MUJERES Y UNA LARGA HISTORIA


  Esta bilogía de ficción histórica se encuadra en el género landscape, aquel repleto de historias protagonizadas por mujeres que se embarcan en viajes hacia destinos exóticos o poco conocidos mientras experimentan cambios reveladores en sus vidas y descubren a su paso la  inspiradora historia de alguna otra mujer, usualmente acontecida años atrás.


  Tanto En el corazón de los fiordos como en Hijas de la Luz del Norte la estructura de la obra se articula en torno a dos hilos narrativos, uno en el presente y otro en el pasado. Además Hijas de la Luz del Norte funciona como continuación de la primera novela porque es un spin off de uno de sus personajes secundarios.


Tramas:


En El corazón de los fiordos se nos presenta a Lisa y a Mari. Lisa, fotógrafa alemana, descubre en 2010, tras el fallecimiento de su madre Simone, que su progenitora era adoptada por lo que cae en la cuenta de que ella, Lisa, nunca ha conocido a su verdadera familia. Para ponerle solución indaga en el pasado de Simone hasta dar con su lugar de origen: Nordfjordeid, en la costa atlántica y meridional de Noruega, el país de los fiordos. Lisa, con la excusa profesional de realizar un reportaje sobre las pocas granjas de caballos tradicionales que aún perduran, viaja hasta allí para conocer a sus antepasados. Una vez allí, y en compañía de su anfitrión Amund, removerá su pasado familiar, sacando a la luz la dolorosa historia de su abuela, aún viva, Mari.


La ocupación nazi de Noruega durante la Segunda Guerra Mundial atraviesa la adolescencia de Mari. Ella, hija de granjeros de Nordfjordeid, verá su tranquila vida alterada cuando algunas tropas alemanas deban alojarse en sus tierras, dando al traste con la confianza vecinal reinante hasta el momento. Que los soldados alemanes vivan con ellos implica que diariamente se ponga en entredicho la fidelidad de estos pequeños y aislados núcleos rurales al régimen, abusando para compensarlo de su generosidad y devastando así su precaria economía agrícola y ganadera. De este modo, la familia de Mari junto con otras muchas, se verá abocada hacia un odio profundo y palpitante hacia los invasores, un odio peligroso y cegador que llevará la vida de Mari y del veterinario alemán Joaquim al límite del dolor.


En Hijas de la Luz del Norte se recupera la historia de Nora, prima carnal de Lisa, apenas esbozada en el libro anterior. La vida de Nora, que es educadora social en Oslo, sigue resentida aún un año después, en 2011, por los secretos familiares que Lisa sacó a la luz. Desde entonces, la relación con su madre no ha vuelto a ser igual. ¿Cómo podía haber estado tanto tiempo ocultándole que su abuela Mari aún vivía? Inspirada por la determinación de su prima, decide enfrentarse a algunos interrogantes de su pasado todavía sin resolver y viaja a Laponia, territorio sápmi, para conocer a su padre. Serán su tío y Mielat, guía en Tromso, Hammerferst y otras localizaciones, quienes la acompañen en su búsqueda. Esta inmersión en el pasado la pone sobre la pista de Ailu, niña de etnia sami, al igual que su padre. 


Ailu es hija de pastores sami de renos, nómadas que habitaban el extremo norte de Noruega y Finlandia desde mucho antes de que estas delimitaciones territoriales siquiera existiesen. Tras su independencia de Suecia en 1905, Noruega en plano proceso identitario, se propone en 1915 afianzar el carácter caucásico de la recién creada nación eliminando el libre albedrío de la otra etnia, la primigenia en aquellas tierras, la sami. Así, las instituciones deciden hacerse cargo de todos los niños sami que, en su trashumancia por Laponia, situada en parte al norte de Finlandia, crucen las fronteras noruegas. En este escenario, la pequeña Ailu de solo ocho años se verá brutalmente separada de su familia para ser internada en un orfanato "civilizador" con el objetivo de iniciarla en la fe católica y de prepararla para en un futuro trabajar en el servicio doméstico de las familias noruegas más adineradas. El lector acompañará a Ailu en su largo periplo a través de diferentes internados y huidas, hasta iniciar una nueva vida con una familia de acogida, comenzando con ella una etapa adulta agridulce marcada por el racismo.


Crítica:


  La lectura de estas novelas me dejó boquiabierta. Ya me había adentrado en la novela landscape antes, de la mano de Sarah Lark con Bajo cielos lejanos o  de autoras nacionales como Luz Gabás con Palmeras en la nieve. Como en las anteriores, es el poder de la ambientación lo que hace de estas historias, unas lecturas deliciosas. Christine describe con detalle cada lugar que las protagonistas visitan ahondando en todos los aspectos del mismo (religión, geografía, gastronomía, historia, folklore, etc.) de una manera ligera y amena. También lo hace con ojo crítico y con una maravillosa habilidad analítica para explicar fenómenos políticos complejos como la ocupación nazi o la represión indígena. Desde que devoré ambos libros, me muero por visitar Arendal, Kautokeino, Bergen, etc.


 Los personajes principales destacan por su evolución, lo que queda plasmado sobre todo en las tramas ambientadas en el pasado. En los casos de Mari y Ailu el lector presencia un arco dramático extenso y detallado pues en sus tramas se recorre su vida casi completa y a través de sus propios ojos, desde su propia perspectiva, con una narración en tercera persona. La historia de Ailu en particular me robó el corazón. En cuanto a Lisa y Nora o personajes secundarios de gran peso como Ole y Pernilla en la historia de Mari, estos están bien construidos o perfilados y no caen en ningún tipo de cliché. Son funcionales y su nivel de profundidad va acorde con el papel que les corresponde.


He leído en algunas reseñas que son libros lentos, pero en mi opinión el ritmo es el adecuado para la novela histórica, con sus dosis necesarias de descripción para contextualizar los hechos. Evidentemente, no son libros de acción, de aventuras o de thriller, por lo que la lectura no es trepidante, ni mucho menos. Las tramas tienen giros suaves, al estilo de las sagas familiares, que avivan al interés, pero pecan de predecibles. De nuevo insisto es que son las ambientaciones los atractivos principales de ambas historias. Las explicaciones no se me hacen densas, sino que están insertas en la trama de forma hábil y rodeadas de muchos diálogos, lo que aporta dinamismo a la prosa. La pluma es estándar, con un estilo neutro en los hilos narrativos del presente y otro que se nota más trabajado en las tramas de Mari y Ailu, donde la autora ha personalizado más los perfiles lingüístico, las voces, de las protagonistas.

 Solo encuentro una pega y es común a ambos libros: el instalove en los hilos narrativos del presente; es decir, las historias de amor entre Lisa y Amund, y Nora y  Mielat. Ya puestos a publicar novelas de más de cuatrocientas páginas, ¿qué importaba un poco más de desarrollo de estos personajes para que sus relaciones fuesen creíbles? Esta sensación de urgencia precipita los hechos y desmejora el sabor de boca final, tremendamente bueno gracias a las increíbles historias de Ailu y Mari.

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