El poder de las historias, Martin Puchner




 Los textos escritos han marcado la evolución de la historia: son los códigos que definen la identidad de los pueblos y la forma en que los seres humanos organizan sus vidas. Martin Puchner, profesor de la Universidad de Harvard, sigue su evolución en el tiempo, de Gilgamesh a Harry Potter, y analiza la génesis de las grandes obras: la transcripción de la Ilíada que Alejandro Magno llevaba en sus conquistas, la fijación de la Biblia y de los textos de Buda, Jesús, Confucio o Sócrates, la aparición en Japón de la primera gran novela, Genji, escrita por una mujer, y la renovación del género por Cervantes… Puchner viaja además a sus escenarios originales: al sur del Sahara donde aún se recita la epopeya de Sunjata o a la selva lacandona en que viven los zapatistas, herederos de la cultura maya del Popol Vuh. Su libro nos ofrece una visión nueva y enriquecedora de la historia de la cultura y nos enseña cuán grande ha sido y aún es el poder de las historias.




  El poder de las historias o cómo han cautivado al ser humano de la Ilíada a Harry Potter se presenta al lector como una obra de carácter divulgativo acerca de la historia de la literatura y, realmente, no engaña, pero esta obra es algo más, va más allá.


  Quizás, mi opinión no sea todo lo imparcial que pretender ser. En primer lugar, porque soy historiadora y, como tal, me encanta la disciplina y, en segundo lugar, porque adoro la metaliteratura y, sobre todo, si la voz del narrador traspasa las páginas, como ocurre en este caso, a través de una cercanía y una familiaridad inusitadas que me recuerdan, para los aficionados al género, a otra obra reciente, en este caso sobre la historia de Europa, llamada Mi gran familia europea.


  El repaso a las grandes obras literarias que han influido notablemente a la humanidad comienza con la obsesión de Alejandro Magno con la famosa narración atribuida al aedo Homero, La Iliada. "A pesar de que hizo más por Homero que nadie antes o después que él, había algo trágico en su veneración al bardo, porque lo que en realidad quería no era tanto seguir los pasos de los héroes de Homero como tener a un Homero que le siguiera". La manera en la que este inicio introduce el resto de la obra, enganchando al lector a través de las gestas del príncipe macedonio, me ha resultado fascinante. Por un momento, el lector olvida que está leyendo acerca de la literatura pues solo quiere saber más y más acerca de la expansión del imperio griego, pero entonces, como en un círculo perfecto, todo cuadra otra vez y el valor transformador  de las historias emerge de nuevo para conducirnos hasta otros escenarios, como Uruk, Babilonia, Jerusalén, la India, China...



  El índice del libro es amplio y abarca obras y personajes a lo largo y ancho del mundo y de los siglos, pero a nivel personal, destacaría el capítulo dedicado a Sherezade y a  Las mil y una noches. El exotismo de esta compilación siempre ha atrapado mi atención, pero el modo en que el autor, mientras habla de sus viajes y sus experiencias, teje un hilo invisible entre el contexto histórico, la ambientación ficticia y el papel metaliterario de Sherezade, una suerte de bardo femenino fuerte y elocuente, es revelador. "¿Cuándo se produjo su primer encuentro con Las mil y una noches? Yo no recuerdo cuándo fue el mío, pero tengo la sensación de que conozco estas historias desde siempre. ¿Quizás cuando Popeye se encontró con Alí Babá? ¿Quizás fue Simbad el marino en un libro para niños? ¿O alguien diciendo <<Ábrete sésamo>>?"


  Otro pasaje del análisis de Martin Puchner se adentra en la transformación que en el siglo XX vivió la relación entre la literatura y los lectores, y en la obra que dio origen a tal cambio: la saga de Harry Potter. Soy una fan declarada de estas novelas pues tuve la suerte de iniciar su lectura a los once años e ir creciendo al mismo ritmo que lo hacían sus protagonistas. Por ello, la verdad es que me ha chirriado la visión sumamente mercantilista que se hace del fenómeno, cuando de otros libros el autor habla con más veneración o, incluso, respeto. Sin embargo, esto último solo es una impresión.


 
  

  Los aspectos formales del libro como el ritmo fluido, la prosa académica pero al tiempo desenfadada, el estilo de crónica de viaje, la voz del novelista en primer persona y la fuerte presencia de imágenes y de notas a pie de página con referencia a las fuentes me parecen totalmente acertados y bien presentados mediante una maquetación sobria pero adecuada.








   En conclusión, recomiendo totalmente esta lectura a todos los amantes de los libros, pero sobre todo, me parece una herramienta perfecta para impartir alguna clase de Historia de la Literatura.

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