Lo que la marea esconde, María Oruña

 

  

 La presidenta del Club de la Bahía de Santander, una de las mujeres más poderosas de la ciudad, ha aparecido muerta en el camarote de una preciosa goleta que con unos pocos y selectos invitados del mundo del tenis surcaba el mar al anochecer.

  El crimen recuerda a las novelas de la «habitación cerrada» de principios del siglo pasado: el compartimento estaba cerrado por dentro, tanto la extraña herida que presenta el cuerpo de la empresaria como el misterioso método utilizado para perpetrar el asesinato resultan inexplicables y todos los invitados a la fiesta parecen tener motivos para haber acabado con su vida. Nadie puede haber salido o entrado de la nave para cometer el crimen o escapar. ¿Quién ha matado a Judith Pombo? ¿Cómo? ¿Y por qué?

  La novela más ambiciosa de María Oruña, un thriller adictivo y elegante en el que descubriremos una nueva faceta de la vida de Valentina Redondo, quien además de enfrentarse al caso más enigmático de su carrera deberá luchar contra un sorprendente e inesperado golpe en su vida personal.





    La teniente Valentina Redondo y su equipo desentrañan de nuevo un complejo caso en Cantabria, esta vez en la capital, Santander; un “crimen de habitación cerrada”. La autora hace así un homenaje a autores como Agatha Christie, Leroux o Poe, citándolos al inicio de cada capítulo. Y, aun bebiendo tantísimo esta cuarta entrega de Puerto Escondido de las novelas policíacas más clásicas de la literatura, también y, curiosamente, es la novela que más ahonda en la vida personal de Valentina. Una combinación desconcertante que, sin embargo, ha resultado ser la fórmula perfecta.


    Como sus predecesoras, esta novela también está narrada en tercera persona y desde varias voces, siendo la de la protagonista, Valentina, la predominante. De extensión media (unas 400 páginas), estilo sencillo y directo, y con un ritmo estructural marcado por la evolución de la investigación, la lectura se hace ágil gracias a la abundancia de diálogos y a la yuxtaposición continua de las distintas voces (la de Oliver, las de los guardia civiles Torres, Sabadelle y Riveiro, las de las forenses Múgica y Cardona y, puntualmente, las de los sospechosos). Aunque algunos de estos personajes sean viejos conocidos, el libro - autoconclusivo - puede leerse de manera independiente a los anteriores (aunque yo recomiendo disfrutar de todos los libros en orden).


  

 
La trama principal, el asesinato imposible de Judith Pombo, la presidenta de la Real Sociedad de Tenis de Santander, en un camarote cerrado durante una travesía en goleta por la bahía de la ciudad, compone un continuo rompecabezas cuya resolución no sorprende por el “quién”, sino por el “cómo”, un desenlace tan bien documentando que invita al lector a investigar más por su propia cuenta. Por esto mismo, que no haya grandes y numerosos giros dramáticos no interfiere en la calidad argumental, ya que los acontecimientos (hallazgos, interrogatorios, acusaciones, confesiones…) se suceden atropelladamente, sin respiro, y la tensión no decae en ningún momento, pues cualquiera de los invitados a la goleta podría ser el culpable.




    A lo largo de la investigación, el lector va conociendo la situación personal de Valentina o, dicho de otra forma, el peor momento de su vida. Tras un trágico sueso, desvelado al inicio del libro, la teniente debe aprender a encajar el duro golpe que ha recibido, a vivir con él y a hacer un hueco a una tristeza, que más o menos escondida, ya vivirá en ella para siempre.


    [A partir de aquí, puedes dejar de leer si prefieres ir completamente a ciegas durante la lectura]. Se trata del duelo perinatal, de aprender a despedirse de lo que pudo ser y no fue, de aceptar las tragedias y los accidentes, las injusticias del universo, y como acaba comprendiendo Valentina, a no acomodarse en la oscuridad. El duelo perinatal, el fallecimiento de un bebé no nato (en el caso del de Valentina, a los cinco meses de embarazo) es lo que se conoce como "duelo socialmente desautorizado": al problema de la empatía (es muy difícil entender lo que se siente, si no se ha vivido), se le suma el del tabú. Como ocurre con el suicidio, hay una memoria colectiva que asocia estas pérdidas al silencio, al retraimiento, a hacer borrón y cuenta nueva. En el duelo perinatal, a menudo se niega socialmente al afectado la posibilidad de recordar públicamente y de expresarse cómodamente, pues esa "vida" solo ha sido real para quien ya la ha proyectado en la suya, para quien ya la ha sentido. Un reto para la salud mental de algunas mujeres, una salud a menudo ya devaluada.


    María Oruña coge esta realidad, le pone cara a través del personaje de Valentina, y la estruja hasta que el lector más reticente sea capaz de empatizar con ella, normalizando un dolor desconocido e infravalorado. Creo que era muy necesario incluir un relato como este en cualquier ficción narrativa actual, sin que el tema ocupase todo, siendo tan solo una subtrama o una tema colateral más. Me encanta que no se explicite esta circunstancia en la sinopsis (podrían hacerlo, pues se desvela al principio del libro) y que le lector se dé de bruces con ella. [Fin del breve destripe].

    

Como escenario del enigmático crimen, la ciudad de Santander (mi ciudad). Mientras que en otras novelas policíacas, como las de la Trilogía del Batzán de Dolores Redondo, se busca un ambiente opresivo y hostil (lluvia, oscuridad, frío, bosques espesos, ríos desbocados, casas de piedra...), María se recrea en la belleza de la bahía, en el clima templado del verano, en localizaciones relacionadas con el relax y el ocio (un club de tenis, las embarcaciones de recreo en los pantalanes, los cursos de la UIMP en el Palacio de la Magdalena), etc.


    Por esto, entre otros motivos, adoro cada novela de María: aúna la intriga de la novela policíaca, con el feelgood de algunas ficciones contemporáneas y con las interesantes explicaciones de las novelas históricas (siempre mete detalles o tramas del pasado que me encantan). La ambientación está tan bien trabajada que es irremediable que al lector le entren ganas de conocer los escenarios que se mencionan (aunque, como yo, vivas en ellos e, incluso, hayas trabajado en alguna de las localizaciones).

    Valentina y Oliver son dos personajes que, desde el primeros de los libros, me tienen enamorada, tanto por su construcción como por su evolución, y de los que espero poder seguir leyendo. El ambiente de trabajo que se da entre los compañeros de Valentina en la Comandancia de la Guardia Civil de Campogiro es muy confortable (a pesar de que los casos son algo escabrosos) y, gracias a sus voces, el lector puede seguir el caso como si él mismo lo investigase, siendo testigo de cada avance. Esta atmósfera contribuye a que la ambientación sea cálida y a que, a pesar de crímenes truculentos o pequeñas desgracias, la lectura sea ligera. Por su parte, los "nuevos personajes", los sospechosos, recuerdan totalmente a los de las novelas "de habitación cerrada": numerosos, muy distintos entre sí, algo estereotipados y con más motivaciones de las aparentes.

    Una novela perfecta que entretiene, enseña y transporta al lector, pero también un relato necesario que derriba tabúes.



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